A continuación se dan extractos de algunos de esos mensajes, para la guía de aquellos jóvenes que quisieren seguir el mismo Sendero:
«Sé que vuestro único propósito en la vida es servir a la Fraternidad; con todo, no olvidéis que hay etapas superiores ante vos y que el progreso en el Sendero implica perenne vigilancia. No tan sólo debéis estar siempre listo para servir; sino que debéis estar al acecho de las oportunidades, es más, creando las oportunidades; ser útil en las cosas pequeñas a fin de que al llegar la grande ocasión no dejéis de percibirla.
«Jamás, ni por un momento olvidéis vuestra relación oculta; ella deberá ser una inspiración siempre presente para vos, – no tan sólo un escudo protector de los necios pensamientos que flotan a nuestro derredor, sino un estímulo constante para la actividad espiritual. La vaciedad y la mezquindad de la vida ordinaria deberían ser imposibles para vosotros, sin dejarlas allende vuestra comprensión y compasión.
«Cada uno deberá darse cuenta de que hay otros puntos de mira diferentes de los suyos y los cuales son también dignos de atención. Deberán desaparecer absolutamente toda vulgaridad o aspereza de lenguaje, toda tendencia a la argumentación; quien a ello se siente inclinado habrá de controlarse a sí mismo en cuanto surja el impulso; deberá hablar poco, y eso siempre con delicadeza y cortesía: Jamás hablar sin pensar primero si lo que va a decir es tan bondadoso como cuerdo».
«Deben ser rigurosamente excluidos los pensamientos y los sentimientos de clase indeseable; hay que exterminarlos hasta que sean imposibles para vos. Los brotes de irascibilidad agitan el quieto océano de la conciencia de la Fraternidad. Hay que eliminar el orgullo pues es un serio estorbo para el progreso; se requiere la exquisita delicadeza de pensamiento y de lenguaje, el raro aroma del tacto perfecto que jamás puede chocar ni ofender. Esto es difícil de lograr, empero podéis alcanzarlo si queréis.
«Vuestro propósito deberá ser un servicio definido y no una simple diversión; pensad no en lo que queréis hacer sino en lo qué podéis hacer en ayuda de alguien; olvidaos de vos mismo al considerar a los demás. Un discípulo debe ser consistentemente amable, complaciente, servicial, no de cuando en vez, sino en todo tiempo. Recordad que todo tiempo que no se empleare en el servicio (en capacitarse uno para el servicio) es, para nosotros, tiempo perdido.
«Cuando descubráis ciertos males en vos mismo, acabad con ellos viril y efectivamente. Perseverad y tendréis éxito, es cuestión de fuerza de voluntad. Estad atento a las oportunidades ya las sugestiones; sed eficiente. Siempre estoy dispuesto a ayudaros pero no puedo hacer el trabajo por vos; el esfuerzo debe proceder de vuestra parte, Tratad de depender de vos mismo en todo sentido y de llevar una vida de entera devoción al servicio.
«Os habéis portado bien, pero se necesita que hagáis algo mejor todavía. Os he puesto a prueba dándoos oportunidades de ayuda y hasta hoy las habéis aprovechado noblemente. Por consiguiente os daré otras y mayores oportunidades y vuestro progreso dependerá de que las reconozcáis y las aprovechéis. Recordad que la recompensa de una buena labor es siempre la perspectiva de mayor trabajo aun, y que la fidelidad en lo que os parezcan cosas pequeñas conduce a ocuparse de asuntos de mayor importancia. Confío en que pronto seréis atraído más cerca de Mí, y que, al hacerlo así, ayudaréis a vuestros hermanos a lo largo del Sendero que conduce a los pies del Rey. Agradeced que tenéis un gran poder de amor, que sabéis cómo inundar vuestro mundo de luz como la solar; cómo daros con prodigalidad real; cómo esparcir largueza a la manera de un rey; esto es bueno, sin duda, pero cuidad mucho de no olvidar que en el cáliz de esta gran flor de amor pueda haber un pequeño toque de orgullo el cual podría extenderse como lo hace una casi invisible manchita de podredumbre hasta que invade y corrompe toda la flor. Recordad lo que ha dicho nuestro gran Hermano: «Sed humildes si queréis alcanzar la sabiduría; sed todavía más humildes después de haberla alcanzado». Cultivad aquella fragante y modesta planta, la humildad, hasta qué su dulce aroma impregne cada fibra de vuestro ser».
«Os doy la bienvenida como al más nuevo miembro de nuestras filas. No es fácil para vos olvidaros por completo de vos mismo, entregaros sin reserva al servicio del mundo; sin embargo, eso es lo que se requiere de nosotros, – que vivamos sólo para ser una bendición para los demás y para hacer la labor que nos es dado efectuar. Habéis tenido un buen principio en el proceso del propio desarrollo pero aún queda mucho por hacer.
Reprimid aún la menor sombra de irascibilidad y estad siempre listo para recibir consejo e instrucción; cultivad la humildad y el propio sacrificio y llenaos de un férvido entusiasmo por el servicio. Así os tornaréis en un adecuado instrumento en la mano del Gran Maestro, un buen soldado en las filas de Quienes salvan al mundo. Para ayudaros en eso, os tomo ahora como un discípulo a prueba».