Capítulo 7.5 – ¿Qué más ocurre?

Un hombre ordinario, al despertar en el plano astral después de la muerte, notará muy poca diferencia con aquello que le ha sido familiar en el mundo físico. El mundo astral se extiende a un poco menos de la distancia medía de la órbita de la luna, y los tipos de materia de las diferentes subdivisiones se interpenetran con perfecta libertad, siendo la tendencia general que la materia más densa se coloque hacia el centro, por lo cual si bien las varias subdivisiones no quedan una sobre otra como las cubiertas de una cebolla, el arreglo de la materia de aquellas subdivisiones participa algo de tal carácter.
El hombre que no ha permitido el reajuste de su cuerpo astral tiene libertad de tránsito por todo el mundo astral, y puede flotar en cualquier dirección a su voluntad, si bien generalmente permanece en la proximidad de aquello a lo cual se acostumbró, es decir en donde están sus intereses.
Además, la materia astral interpenetra a la materia física como si ésta última no existiera; con todo, cada subdivisión de la materia física tiene una fuerte atracción por la materia astral de la subdivisión correspondiente. De aquí que cada cuerpo físico tenga su contraparte astral y que el muerto pueda, por consiguiente, percibir su casa, su cuarto, sus muebles, sus parientes y amigos. Los vivientes piensan del amigo muerto como si lo hubiesen perdido, pero aquel amigo, si bien incapacitado para ver los cuerpos físicos de los vivientes, ve sus cuerpos astrales, es decir, las contrapartes astrales correspondientes exactamente a los delineamientos tic los cuerpos físicos, y así se da cuenta de la presencia de sus amigos, aunque no puede impresionarlos de ninguna manera cuando éstos se hallan despiertos, con su conciencia en el mundo físico, ni comunicarse con ellos leer sus pensamientos más elevados. También puede mirar sus emociones por el cambio de color en sus cuerpos astrales. Los amigos, igualmente, cuando están dormidos, son conscientes en el mundo astral y pueden comunicarse con sus muertos tan libremente como durante la vida física, si bien generalmente olvidan todo una vez despiertos.
La muerte no cambia a un hombre en manera alguna; éste sigue siendo el mismo en todo respecto, excepto en haber perdido su cuerpo físico. Sus pensamientos, deseos y emociones, son exactamente las mismas, y su felicidad o desgracia dependen del grado en que lo hubiere afectado la pérdida de su cuerpo físico. A menudo no cree él que está muerto, ya que mira sus antiguos objetos familiares y sus amigos alrededor de sí, pero empieza a darse cuenta de la realidad en cuanto ve que no siempre puede comunicarse con ellos. Les habla poco después de su muerte y parece como que ellos no lo oyen, trata de tocarlos, pero con sorpresa ve que no hace ninguna impresión en ellos. Durante algún tiempo trata de persuadirse de que está soñando, pero gradualmente descubre que, después de todo, ya murió. Entonces, por regla general, empiezan los muertos a sentirse decepcionados de las enseñanzas que recibieron. Pero prontamente se encuentra el desencarnado con un protector astral o con algún otro muerto ya bien instruido y aprenderá por él que no hay causa alguna de temor y que hay una vida razonable que puede vivirse en este mundo nuevo lo mismo que en el que abandonó.

Todavía persisten sus deseos, y las formas que lo rodean serán en gran parte la expresión de tales deseo, pero la felicidades o contrariedades de su nueva vida dependerán principalmente de la naturaleza de aquellos deseos.
En su mayoría la gente se construye allí sus propios ambientes. El mundo astral se halla dividido en siete subdivisiones que se agrupan, en tres clases. Y contando desde la más elevada, las subdivisiones, 1, 2 y 3 forman una clase; las cuarta, quinta y sexta, otra clase; y la séptima sola la tercera clase. Como; ya se explicó antes, aunque estas subdivisiones se interpenetran libremente, la materia de las subdivisiones superiores se encuentra en su totalidad a una mayor elevación sobre la superficie de la tierra, que la masa de materia de las subdivisiones inferiores; por lo cual, si bien cualquier persona puede moverse en cualquier parte de aquel plano, su tendencia natural es flotar en el nivel que corresponde a la gravedad específica de la materia mas pesada de su cuerpo astral.