Capítulo 6.1 – Cómo llegar a ser dueño del propio destino

CÓMO LLEGAR A SER EL DUEÑO DE SU PROPIO DESTINO –
LOS TRES HILOS DE LA CUERDA DEL DESTINO.

Hay tres leyes subsidiarias de la Ley General de Karma; y para modelar nuestro propio futuro se requiere un conocimiento del método de aplicación de ellas. Los “tres hilos de la cuerda del destino” son:

1. El pensamiento crea el carácter,

El carácter de un hombre es la totalidad de sus cualidades morales y mentales. “Hombre” significa “El Pensador”, por tanto, tal y como un hombre piensa, así es.

La razón de estos hechos es que cuando la mente se ocupa de un pensamiento particular, se establece en la materia un tipo definido de vibración, y, mientras mayor sea la frecuencia con que se origina esta vibración, adquirirá mayor tendencia a repetirse automáticamente en la materia del cuerpo mental, hasta que llega a constituir un hábito.

Para crear un hábito de pensamiento, deberá el hombre elegir una cualidad deseable (una virtud, una emoción), y pensar entonces persistentemente en ella. Deberá meditar deliberadamente en ella todas las mañanas por algunos minutos, y persistir en aquella creación mental hasta que se forme un hábito y se haya creado la virtud dentro de su propio carácter, lo cual se efectúa especialmente cuando pone él en práctica el pensamiento en su vida diaria. En vidas anteriores creó el carácter con que nació en esta vida, y ahora está creando el carácter con el cual morirá, y con el que renacerá; y el carácter es la parte más importante del karma. Las aspiraciones elevadas de una vida, florecen como capacidades en la siguiente; y una voluntad decidida de servicio inegoísta, tiene como resultado la espiritualidad.

2. El deseo crea las oportunidades y atrae los objetos,

La voluntad es la energía del YO, una concentración interior que impulsa a la acción. Cuando tal energía es atraída por objetos exteriores que nos acarrean placer o sufrimiento, se la llama DESEO. Entre el deseo y el objeto deseado hay un lazo magnético, y nuestro deseo atrae hacia nosotros lo que deseamos, así como el imán atrae y retiene el acero dulce. Puede haber obstáculos o dificultades, pero inevitablemente aquel deseo se cumplirá, a veces en la misma vida, a veces en alguna de las posteriores.

El deseo lo dirige a uno hacia el lugar donde puede obtenerse el objeto deseado, y ésta es una de las causas que determinan el lugar de nuestra nueva reencarnación. Vemos, pues, cómo el deseo une al que desea y a lo deseado, es decir, crea las oportunidades y acerca lo objetos.

Por tanto deberíamos ser muy cuidadosos respecto a lo que deseamos, y deberíamos asimismo poner a prueba el valor del objeto deseado, pues inevitablemente vendrá a nosotros más tarde y podría entonces parecernos como cenizas en la boca.

3. La acción crea las condiciones del medio ambiente.

Las acciones son resultado de nuestros anteriores pensamientos y deseos, y el karma de la mayor parte de ellas queda agotado cuando se ejecutan, si bien nos afectan indirectamente porque dan origen a nuevos pensamientos y deseos. La labor de este “hilo” introduce en nuestro destino felicidad externa o desgracia externa. En la medida que un hombre hubiere hecho físicamente dichosas o físicamente infelices a otras personas, cosechará karmicamente, de su acción, circunstancias físicas favorables o desfavorables, que le aportarán felicidad o sufrimiento físico.

Por consiguiente, la reacción de nuestros pensamientos sobre nosotros mismos es la adquisición de carácter y de facultades; la reacción de nuestros deseos sobre nosotros mismos es la consecución de oportunidades, de objetos y de poder; la reacción de nuestras actividades sobre nosotros mismos es nuestro medio ambiente, las condiciones y circunstancias, los amigos y enemigos que nos rodean. Traemos con nosotros al nacer, dos partes de nuestro Karma: nuestro carácter mental y nuestro carácter emocional, y nacemos en la tercera parte, o sea nuestro medio ambiente, incluyendo nuestro cuerpo físico. Y así el hombre es el creador y modelador de su futuro, el “arquitecto de su propio destino”.