Capítulo 7.11 – Plegarias y ayudas

Las plegarias siempre tienen valor tanto para los vivientes como para los muertos, cuando éstas son dictadas por el amor; pero una plegaría será eficaz en proporción a la intensidad del pensamiento expresado por ella, de la pureza y fuerza de voluntad con la cual se dirige hacia la persona en cuestión, y del conocimiento que posea el que la produce. Una oración, como un pensamiento, crea una forma, un elemental artificial, «un poder benéfico activo» que va hacia la persona para cuyo beneficio fue creada y que la ayuda en cuanto se presente la oportunidad. Esta energía puesta en fuego en el plano astral puede afectar a cualquier persona en su cuerpo astral; por tanto, es posible auxiliar y proteger a un muerto con tales formas mentales mientras él permanezca en el mundo astral.
Un hombre que sepa, que comprenda la constitución del cuerpo astral y el poder del pensamiento, puede aumentar enormemente su ayuda por el envío deliberado de un elemental artificial que ayude en la desintegración de los cascarones astrales que aprisionan el alma, y que impulse en gran manera su paso hacia el Devachán. Algunos de los Mantrams de los Shraddhas Indos (ceremonias para los muertos) tienen este objeto en perspectiva y son muy eficaces cuando se emplean por un hombre santo y sabio.
Pero el hombre ordinario conoce tan poco de la condición de sus seres queridos ya muertos, que hará muy bien en abstenerse de poner en movimiento una fuerza que pueda ser mal dirigida por falta de conocimiento, más exacto acerca de lo que ellos necesitan. Tal persona procedería mejor si usara aquella hermosa antífona que tan a menudo se escucha en los servicios para los difuntos, en la Iglesia Católica Cristiana: «Concédele, oh Señor, eterno descanso y que la luz perpetua brille para el». En esta forma cualquiera puede ayudara sus amigos o seres queridos, elevándose hacia un nivel superior, olvidándose de sí y del engaño de la aparente pérdida, enviando pensamientos de «luz perpetua y eterna paz», y sustituyendo la tristeza egoísta e inútil por buenos deseos,
Ciertamente podemos hacer mucho en ayuda de la persona moribunda. Si nos es dado estar a su lado físicamente durante su enfermedad, podremos explicarle las condiciones después de la muerte; cualquiera explicación razonable de estas condiciones, en una plática íntima y apacible acerca de la vida allende la tumba, aliviara en gran manera su ánimo. Empero, si nos es imposible la comunicación física, podremos ayudar a un moribundo desde el plano astral. Debe uno fijar en su mente, antes de entregarse al sueño, la intención de ayudar a aquella persona particular con las razones que se le pueden presentar. El objeto capital del que ayuda, es calmar y fortalecer al que sufre e inducirlo a, darse cuenta de que la muerte es un proceso perfectamente natural explicándole la naturaleza del plano astral y de las preparaciones necesarias para progresar hacía el mundo celestial.
Por otra parte, quien trate de auxiliar deberá poseer las siguientes cualidades: saber enfocar su mente en la labor exclusiva de auxilio; perfecto control de sí sobre su temperamento y nervios; perfecta calma, serenidad y estado de gozo; conocimiento de los planos superiores, y ausencia total de egoísmo, con un corazón, lleno de amor. He ahí cómo se puede ayudar efectivamente al moribundo y al difunto.
El muerto puede permanecer inconsciente después de la muerte por un momento o por pocos minutos, horas, días, o aún semanas; y sí bien una persona entrenada puede observarlo por sí mismo, quien no lo estuviere, debería hallarse listo para ayudar durante varias noches sucesivas a fin de no fallar a la hora que el muerto recobre su conciencia en el mundo astral.
Seguramente nos encontraremos allende la muerte con las personas amadas que os precedieron, pues el afecto actuará como un imán y nos reunirá. Si el ser amado murió recientemente, lo encontraremos en el plano astral, pero, si él abandonó la tierra hace mucho tiempo, es posible que haya pasado ya del astral al mundo celestial; y cuando nosotros lleguemos hasta aquel mundo, lo tendremos de nuevo a nuestro lado en su mejor condición posible, mediante nuestra forma o imagen mental de él, vivificada por el Ego de aquel amigo, como se explicará en breve. No hemos perdido a aquellos a quienes amamos; cuando el afecto existe, la reunión es segura, ya que es uno de los mayores poderes del Universo, sea en Vida o en Muerte.