Capítulo 4 – Nuestro cuerpo físico y la Teosofía

Teniendo el plano físico siete subplanos, el vehículo físico se compone de materia de todos esos estados. El cuerpo físico ordinariamente visible, posee materia de los tres subplanos inferiores, esto es, sólida, líquida y gaseosa; en tanto que la materia de los otros cuatro subplanos compone lo que se llama el doble etérico o cuerpo sombra. Ambos funcionan juntos en el plano físico, durante una vida física y son desechados por el hombre a su muerte.
El cuerpo existe para nosotros, no nosotros para él. Es un instrumento que debe ser refinado, mejorado y ejercitado constantemente, renovándolo con los constituyentes que lo hagan apto para que nos sirva de vehículo, en el plano físico, para los más altos propósitos.
Una de sus peculiaridades es que, una vez acostumbrado a trabajar a lo largo de cierta línea, continuará en tal actividad por su propia cuenta. Si se quiere cambiar un mal hábito, el cuerpo será el primero en oponer considerable resistencia; pero si se le obliga a hacerlo y se le exige actuar como el hombre desea, entonces, tras poco tiempo, repetirá por su propio motivo el nuevo hábito que se le impuso y muy contento prosigue el nuevo método como proseguía el antiguo. La razón de esto es la memoria inconsciente de las células, en conexión con el vegetalismo.
El organismo humano está constituido por innumerables corpúsculos vivientes llamados células, cada una de las cuales tiene una vida consciente de sí misma y todas se combinan para formar del cuerpo una sola entidad.

Conciencia individual de las células.

Hay varias clases de conciencia en el cuerpo; una es la conciencia del Yo que se manifiesta mediante el cuerpo como un organismo; otra es la conciencia puramente física que puede ser el elemental físico mencionado antes y que es el agregado de las conciencias de las células individuales.
La acción selectiva de las células, al extraer de la sangre lo que necesitan y rechazar lo que no necesitan, es un ejemplo de esa conciencia propia; y también lo es aquello que los fisiólogos llaman la memoria inconsciente de la célula.
La ciencia nos dice que nuestro cuerpo físico está formado por innumerables pequeñas vidas o células y que éstas están cambiando continuamente, algunas pasan de nosotros al mundo que nos rodea y otras son tomadas en su lugar para formar parte de nuestro cuerpo; tanto es así que apenas se tienen, en un momento dado, en el cuerpo físico, células de siete años antes, excepción hecha de las neuronas.
Según la Ciencia Oculta, no solamente nuestros propios cuerpos, sino también los de los animales, plantas y aun minerales, están construidos de partículas vivientes; cada partícula, ya sea orgánica o inorgánica, es una vida y éstas construyen los materiales, células y organismos.
Tanto los minerales como las plantas participan de la misma vida que los animales y los hombres.

La vida en un trozo de piedra.

Ciertamente hay vida en cada trozo de piedra, pero, si bien cada partícula es una vida, el hombre ordinario llama “viviente” a un cuerpo cuando el movimiento de sus partes es visible para él mediante sus sentidos; cuando tal movimiento no es así visible, se dice que el cuerpo está inanimado o muerto.
Pero el hecho de que el movimiento en la piedra sea demasiado sutil para que los toscos sentidos físicos puedan observarlo, no es razón para llamar inanimada a la piedra.

El doble etérico

El doble etérico está formado de materia de los cuatro éteres, de los cuatro subplanos más finos que el físico, y es un exacto duplicado o contraparte del cuerpo físico denso, partícula a partícula, es su sombra por decirlo así, por ello se le llama Chayá Sharira, cuerpo sombra. También se le suele llamar el fantasma, el cuerpo fluídico o sencillamente el doble.
Siendo débilmente luminoso y de color gris violeta, interpenetra el cuerpo físico y se extiende como un centímetro más allá de su periferia.
Sus cuatro éteres pueden mezclarse en combinaciones finas o toscas, como las que constituyen su contraparte densa; pero el cuerpo denso y su doble modifican a la par su calidad, de tal suerte que, si un hombre refina y purifica su vehículo físico mediante bebida y alimentos puros, el doble etéreo se purifica a su vez sin más esfuerzo.
Esta parte invisible del cuerpo físico es el vehículo mediante el cual fluyen las corrientes de Prana o la vitalidad que conserva al cuerpo con vida; y sin este puente que lleva las ondulaciones de pensamiento y sentimiento desde el astral hasta la materia física-visible o densa, el Ego no podría hacer uso de las células del cerebro.
De la forma y fabricación del doble etéreo dependen la forma y fabricación del cuerpo físico, por tanto, aquél el molde para éste. Cualquier alteración en el cuerpo físico, desde la juventud hasta la ancianidad, ocurre primero en el cuerpo etéreo antes de pasar al cuerpo físico; y si algún doble etéreo fuese defectuoso, o de cierta forma, constituido por éteres finos o toscos, el cuerpo físico será constituido sobre aquél doble etéreo, con similares defectos y forma, compuesto de partículas densas asimismo delicadas o burdas.
Las vibraciones del doble etéreo de los minerales, vegetales, animales y humanos, causan ondulaciones en el éter ambiente. Con la muerte el doble etéreo abandona la materia más densa y las vibraciones cesan.
El hombre evoluciona mediante reencarnaciones bajo la ley del Karma, por tanto, recibe diferentes clases de dobles etéreos en sus sucesivas vidas; para cada reencarnación se le da un cuerpo etéreo apropiado para asumir en ella las consecuencias de las anteriores, capacitándole para adquirir experiencias que sean el resultado de sus anteriores acciones; siendo modelado el cuerpo físico según aquél doble etéreo, cada persona deberá cosechar lo que ha sembrado.
Ordinariamente los dos cuerpos, físico y etéreo, permanecen juntos, y siendo el cuerpo etéreo un molde para el cuerpo físico, adquiere existencia antes que su contraparte densa prosiguiendo su propia desintegración después que la persona ha abandonado su cuerpo físico al morir.
El doble etéreo es el vehículo de la vitalidad o Prana, siendo esencialmente una fuerza que, cuando se reviste de materia, aparece como elemento existente en todos los planos de la naturaleza.
La vitalidad es una fuerza que originalmente emana del Sol; cada cosa y cada persona se hallan sumergidas en el océano de aquella Vida denominada Jiva o principio vital solar que llena en todo tiempo la atmósfera terrestre.
Así como la sangre circula a través de arterias y venas, así la vitalidad o Prana fluye por los nervios del cuerpo físico y los canales del cuerpo etéreo, y cualquier anormalidad en la absorción o circulación del Prana afecta inmediatamente al doble etéreo, como análogamente sucede en el cuerpo físico si se producen irregularidades en la circulación de la sangre.
Cuando deja de fluir aquella fuerza vital o Prana a lo largo de los nervios de alguna parte del cuerpo, desaparece la sensación en tal parte, y se produce lo que se llama anestesia local.
Prana no puede separarse del vehículo físico y de su doble etéreo durante la vida, los tres permanecen normalmente juntos ya se halle la persona durmiendo o despierta.

Los siete principios del ser humano.

El ser humano es séptuple, es decir, tiene una constitución septenaria al estar compuesto de siete principios, tres de ellos forman la Tríada Superior y los cuatro restantes conforman el Cuaternario Inferior.

Tríada Superior:
1.- Atmá o Espíritu.
2.- Buddhi, Intuición o Vehículo de Atmá.
3.- Manas, El Pensador o la Inteligencia.

Cuaternario Inferior:
4.- Kama o la naturaleza pasional y emocional.
5.- Prana, Vitalidad o Energía Vital.
6.- Doble Etéreo o Vehículo de Prana.
7.- Cuerpo Físico.

Los tres principios superiores o Tríada Superior es la parte inmortal de la naturaleza del ser humano, es el “espíritu” y el “alma” de la terminología cristiana.
Los cuatro principios más bajos o Cuaternario Inferior es la parte mortal o transitoria del ser humano, es el “cuerpo” del sistema cristiano.

El Káma y el Mánas.

Literalmente Káma significa deseo, y es la naturaleza pasional y emocional incluyendo todas las necesidades animales como el hambre, la sed, los deseos sexuales, etc.; y también las pasiones como el bajo sentido del amor, el odio, la envidia, los celos, etc.; es el deseo de experimentar goces materiales, es la actividad de conciencia que corresponde al cuerpo astral, es el más burdo de todos nuestros principios y nos ata a la vida terrenal. Funciona en Káma-rupa, cuerpo-deseos o cuerpo astral.
Mánas, del sánscrito man, pensar, significa El Pensador, vagamente denominado en Occidente como la Mente, y contiene en sí materia del plano mental; es el ocupante de la casa constituida por el Cuaternario Inferior; Mánas es la Inteligencia en el ser humano, es la actividad de conciencia correspondiente a los cuerpos mental y causal.
En cada encarnación Mánas es dual. Proyecta una parte de su sustancia llamada mánas inferior que, unida a Káma, forma el Káma-Mánas y llega a ser la inteligencia normal del cerebro humano, el “yo” personal del ser humano.
El cuaternario como un todo, conforma la personalidad, y el Mánas superior da el toque individualizante que hace a la personalidad reconocerse a sí misma como “YO” superior. Sin embargo, el Mánas inferior da origen al pensamiento “yo soy éste” que confunde al ser humano con sus vehículos personales.
La mente que aspira a los cielos, el Mánas superior con Buddhi y Atmá, es el Ego; el Mánas inferior se halla engolfado en el cuaternario, asido a Káma con una mano mientras con la otra retiene su contacto con su padre el Mánas superior.
El problema vital de cada reencarnación es la lucha frente al dilema de si el Mánas inferior será arrastrado hacia abajo por Káma y arrancado de la Tríada Superior a la cual pertenece por naturaleza, o bien si podrá victoriosamente reunirse con su “Padre que está en los Cielos”, el Mánas Superior en la Tríada, y llevarse consigo las experiencias de su última vida.
Debe entenderse, por supuesto, que estas posibilidades representan dos extremos y que, en el caso del hombre ordinario, el Mánas inferior aspirará parcialmente hacia arriba a la vez que tenderá parcialmente hacia abajo.

Los principios superiores: Atmá y Buddhi.

Atmá, de quien se dice es el espíritu en el ser humano, es la parte más abstracta de la naturaleza humana; es la única realidad que se manifiesta en todos los planos, de cuya esencia, todos nuestros principios son aspectos.
La Existencia-Una-Eterna irradia, como Atmá, el verdadero Ser, tanto del universo como del ser humano, y se envuelve en Buddhi o la Intuición.
Buddhi contiene en sí la materia del plano Búdico y es el principio del discernimiento espiritual.
Atmá-Buddhi es un principio universal, pero requiere individualización para adquirir experiencias y alcanzar la conciencia de sí; por eso el principio mental se halla unido a estos dos más altos principios para formar el Ego.

El aura.

Todo ser humano está rodeado por una nube luminosa llamada aura, una porción sutil de materia fina que se extiende alrededor del cuerpo físico a una distancia de 50 a 75 centímetros. Es de forma ovalada y por eso, a menudo, se la llama “huevo áurico”; no tiene contornos bien definidos pues se esfuma gradualmente en la nada.
Parte del aura más desarrollada en un santo se muestra como un círculo de rayos alrededor de la cabeza y se le llama “aureola” o “gloria”.
No solamente alrededor del cuerpo humano, sino asimismo alrededor de animales, árboles y minerales, se puede ver el aura como una nube de luz, circundándolos o emanando de ellos, aunque menos extensa o compleja que la del ser humano.
El aura humana consta de materia en diferentes estados; cinco de sus partes componentes son visibles para el ojo del clarividente, siendo cada una, por así decirlo, un aura por sí misma que ocuparía todo el espacio si las otras cuatro auras fueren retiradas.
La primera, llamada el aura de salud debido al hecho de que su condición se afecta grandemente por la salud del hombre físico; está compuesta puramente de materia física muy fina siendo de un débil blanco azulado, casi sin color. En un ser humano lleno de salud es de apariencia estriada con numerosas líneas rectas irradiando del cuerpo en todas direcciones, pero durante la enfermedad se deforman y aparecen confusas y languidecen como los pistilos de flores marchitas.
La segunda se llama el aura pránica porque consta de materia de Prana especializada, irradiando constantemente del cuerpo en todas direcciones y tiene un matiz azulado pálido aunque la Prana que circula por el cuerpo tiene un color rosa. Al aura pránica también se la llama aura magnética.
La tercera aura es la que expresa deseo, es el campo de manifestación de Káma; de ella se forma el cuerpo astral que puede viajar por el mundo astral durante el sueño del cuerpo físico. Hay muy poca permanencia en sus manifestaciones, ya que sus colores, brillos y tipo de vibración están cambiando a cada momento.
La cuarta aura es la del Mánas inferior, la manifestación de la personalidad; de ella se forma el cuerpo mental del hombre ordinario. Se usa también para formar el máyavirupa, un cuerpo que funciona en el plano mental pero que permite a su ocupante ponerse en contacto al propio tiempo con el plano astral. En esta aura se pueden ver rayos de espiritualidad e intelectualidad.
La quinta aura es la del Manas superior o Individualidad, no distinguible alrededor de cada persona, de inconcebible belleza; de hecho es el cuerpo causal o vehículo del Ego que reencarna y demuestra, por su condición, el grado de su adelanto desde la individualización.
Las auras no son meras emanaciones, constituyen manifestaciones o expresiones del hombre en diferentes planos.
Existen una sexta y una séptima auras, pero no se cuenta con información, por ahora, sobre ellas.

Dora van Gelder Kunz nació en 1904 con facultades clarividentes, entrenada más tarde por C.W. Leadbeater. Ella estuvo dedicada muchos años al trabajo de investigación en medicina y técnicas curativas, que le llevaron a desarrollar junto con la Dra. Dolores Krieger una técnica que llamaron Toque Terapéutico, que es una modalidad curativa usada hoy por millares de enfermeras en muchos países.

La señora Kunz fue presidenta de la Sociedad de Teosófica en Estados Unidos desde 1975 a 1987.

Aura de una activista social y defensora del medio ambiente, de «El Aura» de Dora Kunz