Ahora bien, en esta ignorante oposición a la voluntad cósmica, un hombre se ayuda mucho por la posesión de su cadáver físico, como si éste fuese una especie de punto de apoyo en el plano físico. Se encuentra, naturalmente, en íntima relación con él, y sí fuese tan necio para desear hacerlo así, podría usar su cadáver como un ancla que lo retuviese firmemente adherido a los niveles inferiores hasta que la descomposición llegase a ser muy avanzada.
El cuerpo físico, ya abandonado al desenfreno de las innumerables, vidas que previamente estaban mantenidas en cohesión por Prana que actuaba a través del doble etéreo, comienza a decaer y sus partículas pasan a formar otras combinaciones a medida que sus células y moléculas se desintegran; permaneciendo el doble etéreo cerca de su contraparte física participando del mismo destino por pocas semanas o meses, precisamente por la misma razón, a saber, que la fuerza coordinadora de Prana se está retirando de él. Sin embargo, no debe suponerse que estas dos desintegraciones dependen una de otra. Los clarividentes ven en los cementerios estos espectros etéreos flotando sobre las tumbas en dónde fueron enterrados los cuerpos físicos, y presentando a veces mucha semejanza al cuerpo denso, y otras una apariencia de neblinas o luces violáceas. Es conveniente por muchas razones quemar los cadáveres y no sepultarlos, a saber:
1. Nada de lo que ordinariamente se hace al cadáver físico debe causar molestia alguna al hombre real que ya vive en el plano astral, si bien a veces lo ocasiona debido a su ignorancia e insensatez.
Lo importante para él es darse cuenta de que en esta etapa se está alejando firmemente hacia el mundo del verdadero Ego, y que su preocupación debe ser desprender sus pensamientos, lo más que le sea posible, de las cosas físicas y fijar su atención más y más en los asuntos espirituales que posteriormente lo ocuparán en los niveles Devachánicos. Haciéndolo así, facilitará en gran manera la natural desintegración astral y evitara el error común de detenerse innecesariamente en los niveles inferiores de aquel plano.
Sin embargo, muchos seres sencillamente rehúsan tornar sus pensamientos hacia lo elevado; los asuntos terrenales fueron los únicos por los cuales tuvieron algún interés vital y así se aferran a ellos con desesperada tenacidad aún después de la muerte. Por supuesto, la impetuosa fuerza de la evolución llega a ser demasiado potente para ellos y se ven arrollados por su corriente benéfica; empero, ellos luchan a cada paso, y se resisten, causándose no tan sólo molestias y sufrimientos innecesarios, sino también una seria demora en su progreso ascendente. Ahora bien, en esta ignorante oposición a la voluntad cósmica, un hombre se ayuda mucho por la posesión de su cadáver físico, como si éste fuese una especie de punto de apoyo en el plano físico. Se encuentra, naturalmente, en íntima relación con él, y sí fuese tan necio para desear hacerlo así, podría usar su cadáver como un ancla que lo retuviese firmemente adherido a los niveles inferiores hasta que la descomposición llegase a ser muy avanzada.
Y así, aunque ni el enterramiento ni el embalsamamiento de un cadáver pueda forzar en manera alguna al Ego al cual perteneció, a prolongar su estancia en el mundo astral en contra de su voluntad, cualquiera de estas causas es una positiva tentación que el tiene para detenerse, y le facilitaría el hacerlo si él ignorantemente lo deseara, Por tanto, la incineración libra al hombre de sí mismo en este asunto, pues cuando su cuerpo ha sido desintegrado de esa manera, sus naves fueron, literalmente, quemadas tras de sí ;y su poder de retroceso disminuyó grandemente.
2. Ya sea que el cuerpo denso fuere quemado, ó que se le permita agotarse lentamente en la repulsiva manera habitual, o que fuere preservado indefinidamente como una momia Egipcia, el doble etéreo prosigue su propio curso de lenta desintegración, sin ser afectado por; aquellos procedimientos; empero, la cremación es de aconsejarse desde el punto de vista sanitario, puesto que evita muchos peligros a los seres vivientes, por la rápida disociación de los remanentes físicos.
3. La cremación impide por completo cualquier intento de una reunión parcial e innatural de los principios por la galvanización del cadáver etérico, en las proximidades del cuerpo denso inmediatamente después de la muerte, o en la sepultura aún después del enterramiento
4. La cremación impide enteramente cualquier esfuerzo de hacer un mal uso del cadáver con el propósito de los horripilantes ritos de la Magia Negra, cosa que tan seriamente afecta la condición del hombre en el plano astral.