El subplano inferior, o séptimo, el arrabal astral con su atmosfera lóbrega y deprimente, bajo la superficie de la tierra, es el más horrible y repulsivo y está poblado por la escoria de la humanidad, asesinos, rufianes, borrachos, libertinos, etc., ‘flotando en la oscuridad y separados de los demás muertos, si bien son allí conscientes solamente los culpables de crímenes brutales, o de crueldad deliberada, o los poseídos por bajos apetitos. También se encuentran allí conscientes de un tipo generalmente mejor, por ejemplo, los suicidas que cometieron el asesinato de su cuerpo a fin de escapar al castigo merecido por su crimen.
Las subdivisiones cuarta, quinta y sexta pueden considerarse como el doble astral del plano físico. La gran mayoría de seres hacen cierta estancia en la sexta subdivisión, la cual es simplemente como la vida física menos el cuerpo físico y sus necesidades; en tanto que la quinta y la cuarta son meramente copias eterealizadas de la sexta, siendo allí la vida menos material.
Los niveles primero, segundo y tercero, si bien ocupan el mismo espacio, dan la idea de estar mucho más alejados del físico, puesto que los seres que allí habitan han perdido de vista la tierra y sus pertenencias, y se encuentran profundamente absortos en sí mismos. La tercera región es la «tierra estival o de promisión» de los espiritistas, en la cual los muertos, por el poder de sus pensamientos, dan forma a escuelas, iglesias y templos, casas y ciudades; o a bellos paisajes, como deleitosos jardines, encantadores lagos y magnificas montañas. Estas meramente son creaciones colectivas de pensamiento, pero la gente vive allí muy contenta por muchos años.
La segunda sección es el cielo material del ortodoxo ignorante;
la residencia del religioso egoísta o falto de espiritualidad, que lleva en él su «corona de gloria» y adora la representación groseramente material, hechura suya, de la deidad particular de su tiempo y país. Es el delicioso «campo de caza» del piel roja: el «Valhalla» de los nórdicos; el «Paraíso lleno de huríes», del Mahometano; la «Nueva Jerusalén” de las puertas de oro», del Cristiano; el cielo lleno de liceos y edificios, del reformador materialista.
La región primera o superior, se halla ocupada por hombres y mujeres intelectuales, decididamente materialistas, o ansiosos de alcanzar, por los modos físicos de estudio, un conocimiento basado en egoísta ambición o en el placer de un ejercicio intelectual. Allí se encuentran muchos políticos, estadistas y hombres de ciencia.