Toda evolución consiste, esencialmente, de una Vida evolucionante que pasa de una forma a otra a medida que evoluciona, y que almacena en sí las experiencias ganadas a través de estas formas hasta que el germen original de Vida llega a ser la imagen perfecta de Dios.
La palabra “Evolución”, del verbo latino “Evolvere”, desenrollar, se usa para denotar el desarrollo de formas más y más elevadas procedentes de las inferiores. Según Herbert Spencer “Evolución es el paso de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo simple a lo complejo”. Como Darwin lo hizo notar, Toda la naturaleza se halla en estado de evolución, las formas inferiores dan lugar a las superiores, las simples a las más complejas, así como el capullo cede lugar a la flor y la flor al fruto.
Pero la doctrina de la evolución no tuvo que esperar Hasta Darwin para que se le diera expresión; si bien él es merecedor al crédito de haberla propuesto científicamente. Ciencia y Religión están recapituladas en el dicho de aquel místico Persa: “Dios duerme en el mineral, sueña en el vegetal, despierta a la conciencia en el animal, a la auto-conciencia en el hombre, y despertará a la conciencia divina en el hombre ya perfecto”. Los que estén profundamente versados en las enseñanzas esotéricas de cualquier religión, pueden encontrar anticipaciones de muchas verdades que la ciencia moderna no ha descubierto aún; y si la ciencia hiciere causa común con la religión, el progreso de la humanidad se aceleraría grandemente.
El aspecto más denso de la manifestación de la Vida Una, es el que se describe con el nombre de materia. Ahora bien, hay dos polos en la manifestación; el lado-forma, o sea el polo de la materia de una parte, y de la otra, el lado-Vida o sea el polo del espíritu. Hay dos aspectos opuestos de la Eterna Vida una, y el proceso de la evolución consiste en que aquella vida, se exteriorice en su aspecto dual, ocasionando la diversidad, y, cuando se ha llegado al límite de la diversidad, se introversa para reintegrar las diversas unidades separadas a una sola unidad poderosa y enriquecida. La Vida extroversa va en busca de la diversidad y puede decirse, por tanto, que tiende hacia el polo de la materia; la Vida introversa busca la Unidad y puede decirse, por consiguiente, que tiende hacia el polo del espíritu.
La prueba de la evolución en sí radica en los detalles de la Embriología, ya que demuestra que todas las formas animales han pasado durante las etapas de su desarrollo a través de toda la gama de las especies inferiores. Al momento de la fertilización, el óvulo consta de una célula sencilla, la cual se multiplica rápidamente por división, y durante estas etapas subsiguientes de desarrollo es cuando primeramente aparecen las diferencias que, más tarde, ocasionan la producción de todas las innumerables variedades de formas. Pero un estudio del embrión de diferentes animales ha demostrado que todos ellos pasan en turno exactamente a través de las mismas etapas. Es decir, una comparación de los embriones del pez, del ave, del ternero, y del hombre revela el hecho de que son idénticas las etapas primitivas a través de las cuales pasaron todos, cesando de desarrollo ulterior, una tras otra, las formas inferiores y menos evolucionadas, desaparecieron, de la raza, por así decirlo, cuando alcanzaron el standard señalado, para su desarrollo, hasta que tan sólo el embrión humano subsiste para completar el curso. Esta Teoría de la Recapitulación, así llamada, significa que durante el curso de su desarrollo, cada animal da un epítome de su raza, demostrando pasó a paso todas; las etapas a través de las cuales han evolucionado las formas durante el transcurso de incontables edades.
Puede, pues, definirse correctamente la evolución como el estudio de las formas evolucionantes, durante el despliegue, de la conciencia La ciencia estudia tan sólo, la forma evolucionante bajo la “Ley de Evolución”, pero la Teosofía estudia también el desarrollo de la Vida bajo la «Ley de Reencarnación», puesto que una Ley es la concominante necesaria de la otra, y ambas leyes son necesarias para una comprensión completa de la Vida.
Por tanto, si bien la evolución, conforme la ciencia, es meramente la edificación consecutiva, de organismos más elevados, y complicados, estos, organismos en realidad implican la necesidad de expresar, con perfección más y más grande, la Vida Divina que está buscando manifestación en el Universo. El gran punto que debemos recordar aquí es que hay evolución no solamente de la forma sino también de la vida. De hecho, la evolución es, primordialmente, de la vida y no de la forma, por más que las formas también evolucionan y mejoran pero lo hacen principalmente a fin de ser vehículos convenientes para una vida más avanzada. En un esquema de evolución la Vida Divina se envuelve a. sí misma mas y más profundamente en la materia con el propósito de recibir, mediante ella ciertas vibraciones que no pueden afectar directamente a la Vida. Estas vibraciones o impactos del exterior, suscitan las correspondientes vibraciones dentro de la Vida, de tal manera que la Vida aprende a responder a ellas y, más tarde, a generarlas de dentro de sí misma, desarrollando por ese medio los poderes espirituales latentes en ella.
Por tanto, toda evolución consiste, esencialmente, de una Vida evolucionante que pasa de una forma a otra a medida que evoluciona, y que almacena en sí las experiencias ganadas a través de estas formas hasta que el germen original de Vida llega a ser la imagen perfecta de Dios.